miércoles, 23 de febrero de 2011

Garbanzos con espinacas.

Lleva lloviendo una semana y en el trabajo tenemos dos días calefacción y uno no así que sólo apetece algo caliente y mucho sofá. Me encantan los platos de cuchara y también las legumbres. Hace unos años oí en una entrevista como un cirujano alertaba de como las legumbres cada vez estaban menos presentes en nuestra dieta, decía que su bajo consumo está relacionado con el aumento de cáncer de colon y de  intestino y recomendaba su consumo por lo menos dos veces a la semana. El único problema es que siempre se solían cocinar con exceso de grasa (carnes, embutido..) y en verano desaparecían de nuestras mesas. Hace años que ya las consumimos en ensaladas y hay un montón de alternativas para evitar que parezcan "aguadas" o "lavadas" si no añadimos grasa que espese el caldo.
Esta receta es sencillísima, sin grasas y como se puede ver tiene ese aspecto de potaje espesín. Para prepararlo sólo hace falta un poco de previsión porque la noche antes conviene dejar los garbanzos a remojo en agua fría para que hinchen. Hay quien echa al agua un poco de bicarbonato para evitar una digestión con gases, pero ojo, luego hay que lavarlos bien y cocerlos siempre con agua limpia.

Ingredientes.

- 500 gr. de garbanzos.
- espinacas, uno o dos manojos.
- tres o cuatro tomates maduros.
- aceite.
- una punta de jamón (opcional)
- un huevo cocido (opcional)

Elaboración

Cocer los garbanzo cubiertos de agua y con la punta de jamón (le da un toque y apenas añade grasa) en su defecto los cocemos con un puñado de sal. A parte, lavamos, cocemos, escurrimos y reservamos las espinacas. En una sartén con una base de aceite sofreímos el tomate muy triturado, a fuego lento, que consuma el agua y reduzca. Añadimos las espinacas y los garbanzos escurridos, unas cucharadas de caldo de la cocción y lo dejamos todo a fuego bajo para que se mezclen bien los sabores y coja sustancia. A la hora de comer podemos servir con un huevo cocido picado.
Ya veréis como está más rico de un día para otro...

  

Esta "potina" de la foto tiene su historia. Cuando iba a comer a casa de mi abuela esta cazuela salía siempre del horno con un algún "resto" y me lo ponía de pincho mientras esperábamos que llegara mi abuelo. Se reía porque era llegar a su casa e ir directa a destapar la cazuela. Bueno, pues aquí está la cazuelina ahora en mi casa y sigue cumpliendo su función.

2 comentarios:

  1. Ay, me encanta la historia de la potina..!! Mi abuela también tenía de esas, ya todas escachadinas, con mucha historia entre los fogones.

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  2. Hace unos días en Tierra Astur nos sirvieron las verdinas que pedimos, en una potina igual que esta (con esconchones y todo) me acordé de ti nada más verla, Paloma!!!

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