martes, 31 de mayo de 2011

Salmón en papillote a la naranja.

Los salmones se mueven de noche
salen del río y entran en la ciudad.
Evitan las plazas con nombres
como Foster’s Freeze, A & W, Smiley’s,
pero nadan juntos por la zona
de las casas de la Wright Avenue donde a veces
en las primeras horas de la mañana

los oyes intentarlo con las perillas de las puertas
o tropezar con el cableado de la Cable TV.
Les esperamos levantados.
Dejamos abiertas las ventanas traseras
y nos avisamos al oír el primer chapoteo

Cada mañana es una decepción.
R. Carver





La entrada da para un chiste malo porque, aunque en la obra de Carver los salmones remontan más de un río y se le escapan entre las manos como la vida a los desesperanzados, lo que más pescaba Raymond eran unas buenas merluzas. De alguna manera tenía que arrastrar todo el fracaso y ruina que sus personajes cargaban sobre los hombros y a pesar del alcohol fue capaz de escribir unos cuentos fantásticos que lo convirtieron en el Chejov de el siglo XX. Directo, sencillo (más bien con la aparente secillez de los maestros) retrató unos personajes que cargan con la vida como pueden. El salmón aparece una y otra vez en sus cuentos y su poesía con una inquietante vitalidad, la misma que parece huír de sus personajes.


El salmón no está entre mis pescados preferidos, prefiero el mar al río y el sabor delicado de un pescado al horno o a la plancha. Sin embargo es una solución buena para una sola ración y aunque no me gusta preparar el pescado con salsas que le roben el sabor cuando vi en Sano y de rechupete la receta de salmón a la naraja con ensalada de aguacate me pareció que podía ser una buena idea. El salmón es un pescado graso así que el jarabe de naranja era una manera de cortarle un poco ese sabor y darle un  toque diferente. El resultado me gustó incluso más de lo que esperaba. La emulsión está riquísima, no se pasa de dulce y suaviza mucho el sabor del pescado sin quitarle nada de su sabor tan característico.
Opté por su reducción de naranja y aprovechando que me habían regalado un estuche para hacer el papillote me decidí a probarlo con unas patatas panaderas. Ya estoy pensando en probar ese jarabe con carnes, repetiré seguro.




 Ingredientes:

- una rodaja de salmón.
- una patata cortada en lonchas muy finas.
- sal y pimientas en grano.
- una naranja.

Elaboración:

Cortamos la naranja en dos y en una sartén con una cucharada de aceite colocamos las dos partes boca abajo (con la parte de los gajos en contacto con el fondo de la sartén). Cuando esté empezando a quemarse retiramos del fuego, exprimimos su jugo y lo volvemos a poner al fuego dejando que reduzca como si fuera un jarabe. En un recipiente ponemos el jarabe y le añadimos un poco de aceite de oliva (un par de cucharadas). Emulsionamos.
En el estuche de silicona coloqué un lecho de patatas muy finas (si no están cortadas finas no se harán, podemos también pasarlas antes un poco por la sartén), la rodaja de salmón salpimentada y una rodaja fina de naranja. Con el horno precalentado a 180º se hizo en unos 12 minutos.
Retiramos del horno y emplatamos. Napamos con el jarabe de naranja. 
Muy, muy recomendable.

sábado, 28 de mayo de 2011

"Clafoutis" o pastel de cerezas de A. Chejov



"Toda Rusia es actualmente su jardín. La tierra es vasta y magnífica. Los bellos lugares abundan en todas partes. Reflexione bien, querida mía. Su padre, su abuelo y su bisabuelo eran señores que poseían, en plena propiedad, almas humanas. ¿No ve cómo de cada cereza, de cada hoja y de cada árbol se desprenden seres humanos que la contemplan? ¿No escucha sus voces? ... Oh, es terrible. Vuestro jardín de cerezos me llena de pavor. De noche, cuando uno pasa por ese jardín, la vetusta corteza de los árboles brilla con luz opaca. Diríase que los cerezos viven, en el sueño, lo que acontecía doscientos años atrás. Una trágica pesadilla los abruma. Nosotros debemos expíar nuestro pasado. Debemos acabar con él. Los tormentos se nos imponen. Fíjese bien en lo que digo." (...) Recuerdo que la cereza secada era enviada, en grandes cantidades, a Choscon y a Kharkof, lo que reportaba mucho dinero. En aquel tiempo, la cereza secada era blanda, agradable al gusto, jugosa, aromática... Conocíase el método para prepararla convenientemente... "
A. Chejov, El jardín de los cerezos.



Ingredientes:
- 500 gr. de cerezas deshuesadas.
- 300 ml. de leche
- 125 gr. de harina.
- 3 huevos
- 100 gr. de azúcar glas.
- una pizca de sal.

Elaboración:

Precalentamos el horno a 180º.
Dejamos macerar con la mitad del azúcar las cerezas que habremos previamente deshuesado y cortado a la mitad.
Mezclamos la harina tamizada con el resto del azúcar y la pizca de sal. Añadimos los huevos batidos y la leche. Mezclamos bien cuidando que no queden grumos.
Yo preparé un molde mediano (como para dos personas) y varios individuales. los embadurnamos con aceite o mantequilla para que no nos pegué el dulce. Distribuimos las cerezas en los moldes y luego añadimos el contenido líquido. Horneamos unos 40 minutos, dependiendo del tipo de molde, tiene que cuajar.

Casa-habitación en la finca de Lubova Andreievna. Aposento llamado «de los niños», porque allí durmieron siempre los niños de la familia. Una puerta comunica con el cuarto de Ania. Muebles sólidos, de caoba barnizada, estilo 1830. Macizo velador. Amplio canapé. Viejo armario. En las paredes, litografías iluminadas. Despunta el alba de un día del mes de mayo. Luz matinal, tenue, propia de los crepúsculos del Norte. Por la ancha ventana, el jardín de los cerezos muestra a todos sus árboles en flor. La blancura tenue de las flores armonízase con la suave claridad del horizonte, que se ilumina poco a poco. El jardín de los cerezos es la belleza, el tesoro de la finca; es el orgullo de los propietarios. Aquí están Duniascha, en pie, con una vela en la mano; Lopakhin, sentado, con un libro abierto delante de sus ojos.

A. Chejov, El jardín de los cerezos. 

martes, 24 de mayo de 2011

Gnocchi burro e salvia di Italo Calvino.

Cuando iba al cine, a veces se me hacía tarde (...) Miraba la hora, me decía que tal vez ya no me darían de comer en los pequeños restaurantes (...) entonces me decidía por una cena de pie, en la barra de la cervecería "Urbano Ratazzi", bajo mi casa.
- Ñoquis "al burro", por favor, - decía, y por fin el camarero tomaba el micrófono y repetía - una de ñoquis "al burro"! - y yo pensaba en el grito cadencioso que salía del altavoz de la cocina y  me parecía estar al mismo tiempo en la barra y acostado allì arriba en mi habitación, y las palabras se cruzaban finas entre las compañías de gente alegre que bebía y comía y el tintineo de los vasos y cubiertos ...

Italo Calvino, "La nuvola di smog", Gli amori difficili.



La gente que almorzaba en esos pequeños restaurantes era gente de paso, los clientes habituales eran hombres solteros, algún estudiante, militares e incluso  alguna empleada y solterona. Le gustaba sentarse en la mesa y contemplar la alegría de las camareras, todas de Altopascio. Las veía consumir su juventud encerradas en aquellos restaurantes, siempre pensando en el pueblo, recordando su vida allí. No se mezclaban con nadie de la ciudad, salían por las tardes a pasear con los muchachos  también de Altopascio. Ahorraban para conseguir un día tener su propia casa de comidas, a la que llegarían otras muchachas del pueblo con sus mismos sueños... 


Cada vez que intento hacer pasta fresca acaba siendo un fracaso, o me queda muy dura o como esta vez no consigo endurecer la masa. Tal vez fuera la receta, es la segunda de Giallo Zafferanno en la que me fallan las cantidades, o la harina utilizada. El caso es que para estos ñoquis utilicé casi el doble de la harina de la indicada en la receta en la receta porque la pasta no cogía consistencia y se me pegaba a las manos. También podrían ser las patatas que no fueran suficientemente "harinosas". Habrá que volver a intentarlo. Para estos ñoquis acabé de desplumar una planta de salvia a la que le quedaban dos suspiros de vida. Creo que también debería perfeccionar la forma... que haya que perfeccionar la receta no quiere decir que no se pudieran comer, estaban ricos, muy aromáticos y el toque de mantequilla era discreto. Las cantidades de mantequilla, aceite y salvia dependen del número de comensales y de los gustos.

Ingredientes para los ñoquis de patata:

- 1Kg. de patatas, cuanto más harinosas mejor.
- 300 gr. de harina. (esta es la cantidad propuesta de giallo zafferanno, yo debí llegar al medio kilo)
- 1 huevo.

Cocemos las patatas con piel. Las dejamos enfriar y las pelamos. Las pasamos por el pasapurés y dejamos las hilaturas sobre mesa en la que trabajaremos la masa. Espolvoreamos por encima la harina. Abrimos un cráter y echamos el huevo dentro. Comenzamos a amasar poco a poco hasta conseguir una masa uniforme. Dejamos reposar una media hora en la nevera.
Para conseguir la forma hacemos unos churros largos que luego cortamos en trocitos con la ayuda de un cuchillo. Con los dientes del tenedor les hacemos los surcos tan característicos de lo ñoquis. 

 Ingredientes:
 - un cubo de mantequilla.
- un chorro de aceite de oliva.
- unas hojas de salvia.
parmesano rallado.


Preparación:

En una olla con agua hirviendo echamos los ñoquis, bastan unos 4-5 minutos, cuando empiezan a flotar los retiramos y escurrimos.
En una sartén ponemos un cubito de mantequilla y un chorrito de aceite, cuando se funda añadimos las hojas trituradas de salvia y mezclamos bien. Vertemos unas cucharadas del agua de la cocción de los ñoquis y dejamos reducir. Añadimos nuestros ñoquis y dejamos que cojan bien los sabores y aromar. Añadimos abundante parmesano rallado y servimos.






Io mi sedevo a uno di quei bei tavolini puliti, un cuoco tornava in cucina, io leggevo il giornale, mangiavo con calma, ascoltavo quelli della tavolata ridere e scherzare e raccontare storie di Altopascio. Tra un piatto e l'altro dovevo aspettare magari un quarto d'ora, perché le camarierine era no lí sedute che mangiavano o chiaccheravano, e finivo per decidermi io a dire: - Signorina, un arancio... - e loro: - Subito! Anna, vacci tu! O Lisa! - ma a me così andava bene, ero contento.
Italo Calvino, "La nuvola di smog", Gli amori difficili.

jueves, 19 de mayo de 2011

Brioche para Arturo y Elida Massolari.

L'operaio Arturo Massolari faceva il turno della notte, quello che finisce alle sei. Per rincassare aveva un lungo tragitto, che compiva in bicicletta nella bella stagione, in tram nei mesi piovosi e invernali. Arrivava a casa tra le sei e tre quarti e le sette, cioè alle volte un po' prima alle volte un po' dopo che suonasse la sveglia della moglie, Elide. (...)
Alle volte invece era lui che entrava in camera a destarla, con la tazzina del caffè, un minuto prima che la sveglia suonasse (...)
Italo Calvino, L'avventura di due sposi, Gli amori difficili.


Arturo Massolari llega del turno de noche justo en el momento en que su mujer se despierta para ir a trabajar. Cuando ella, medio dormida, lo abraza, puede adivinar el tiempo que hace fuera. Se avergüenza un poco de que su marido la vea así, con los ojos vencidos por el sueño y el pelo ensortijado. Él vacía la fiambrera y el termo del café y le hace el desayuno. Después ella se va y él se empequeñece para encajar en el hueco caliente que ella dejó en la cama.
En apenas cuatro páginas Calvino consigue retratar con una ternura estremecedora el encuentro- despedida de una pareja que se cruza a primera hora de la mañana durante unos minutos. Apetece colarse en la historia, prepararles un desayuno, regalarles una mañana para ellos. 
Así que este este es el brioche para Arturo y Elide Massolari. La receta es de Kako, hace unos días su blog se llenó de brioche, anisado, con cítricos... Yo elegí la versión anisada, adaptada un poco en cuanto a los ingredientes y al proceso.  Utilicé la panificadora para el amasado y eché todos los ingredientes al mismo tiempo y en lugar de las semillas de anís añadí directamente un chorro generoso de anís  "La Asturiana".



Ingredientes- 425 gr. de harina de fuerza.-1 huevo.- 80 gr. de azúcar.-15 gr. de levadura fresca.- una pizca de sal.-un chorro de anís.- 150 ml. de suero de leche (dejamos la leche entera reposar con un chorro de zumo de limón unos 15 minutos, tiene que salir como una espuma). Esta es la manera casera de conseguir buttermilk. - 60 gr. de aceite de oliva suave.
Elaboración:

Añadimos los ingredientes líquidos en el fondo de la panificadora y encima los secos y la levadura. Marqué el programa de amasado que dura unos 10 minutos y dejé fermentar en la misma panificadora. Cuando volví del trabajo había triplicado el volumen. Lo saqué del recipiente de la amasadora y desgasifiqué suavemente con un rodillo. Se estiende la masa, sin dejarla demasiado fina, se enrolla y se cortan rodajas gruesas que disponemos en un molde. Lo dejé reposar en la nevera toda la noche. Por la mañana lo dejé templar a temperatura ambiente una media hora y aproveché para precalentar el horno a 180º. Horneamos unos 30 minutos. Desmoldamos y espolvoreamos con azúcar glass.
Creo que es la receta más saludable que encontré de brioche, no lleva mantequilla y sólo es necesario un huevo. 

Puesta la mesa, dispuestas todas las cosas, listas y al alcance de la mano para no tener que levantarse más veces, entonces era el momento en el que les asaltaba el deseo de tener un poco de tiempo para estar juntos y casi no conseguían llevarse la cuchara a la boca, de las ganas que tenían de quedarse allí cogidos de la mano.
Italo Calvino, La aventura de los esposos, Los amores difíciles.




miércoles, 11 de mayo de 2011

Aros de cebolla y dos salsas de P. Auster

 
 
 
 
 
 
 
 
Son las diez de la mañana del primer día del año nuevo, y está sentado en un reservado de Joe Junior's, la casa de comidas en la esquina de la Sexta Avenida con la calle Doce. (...) La cocina, en el mejor de los casos, es normal y corriente, el típico menú barato compuesto por docenas de combinaciones de desayuno, sándwiches de jamón y queso a la plancha, ensaladas de atún, hamburguesas, bocadillos calientes de pavo y anillos de cebolla fritos. Nunca había probado los anillos de cebolla, pero cuenta la leyenda que uno de los antiguos parroquianos, Carlton Rabb, ya fallecido, sentía tal pasión por ellos que incluyó una cláusula en su testamento para estipular que antes de que entregaran su cuerpo al eterno descanso metieran de contrabando en su ataúd una ración de anillos de cebolla de Joe Junior's. (..)

Paul Auster, Sunset Park.
 

 Como en las novelas de Paul Auster una cosa llevó a la otra. Nunca había probado los aros de cebolla y tenía ganas de seguir buscando salsas y aliños así que dos en uno o mas bien tres en uno, los aros de cebolla y dos salsas diferentes. Adictivos como las novelas de Mr. Auster.

Para los aros de cebolla.
- una cebolla grande, de las redondas que son más duras.
- un botellín de cerveza.
- seis cucharadas de harina.
- un puñado de sal.
- 1 huevo

En un bol mezclamos la harina, la sal y el huevo. Batimos con las varillas eléctricas. Añadimos poco a poco la cerveza sin dejar de batir para que no se formen grumos. Cubrimos y dejamos reposar en la nevera. Mientras preparamos los aliños.





          Salsa de atún.

         - 1 lata de atún en oliva
         - 1 aguacate
         - 3 guindillas en vinagre.
         - 1 cucharada de yogourt griego.

           Batimos y dejamos reposar en la nevera.



Salsa de alcaparras.
- 3 cucharadas de mayonesa.
- 2 cucharaditas de alcaparras.
- 1 cucharilla de mostaza.
- jugo de limón.
- 1 ajo.
Batimos y metemos en la nevera.




Pelamos y cortamos la cebolla en rodajas anchas. Separamos los aros y los echamos en el bol de la masa de cerveza.
Freímos en abundante aceite y los dejamos escurrir en un colador sobre un bol.

No soy muy de fritos pero ¡¡entiendo que sean viciosos!!

martes, 10 de mayo de 2011

Timballo del Gattopardo.




Por eso cuando tres sirvientes, de verde, oro y rosa empolvado, entraron portando cada uno un inconmensurable  plato de plata que contenía un "timballo" de macarrones como un torreón, solo cuatro de las veinte personas se abstuvieron de manifestar una feliz sorpresa: el Príncipe y la Princesa porque  lo esperaban, Angélica por un gesto de afectación y Concetta por la ausencia de apetito. Todos los demás (Tancredi incluido, huelga decirlo) manifestaron su alivio de diferente modo, que iba desde una especie de estático gruñido aflautado del notario al agudo chillido de Francesco Paolo. Una mirada en círculo del dueño de la casa truncó rápidamente estas manifestaciones indecorosas. Buenas maneras a parte, el aspecto de aquellas babélicas pitanzas era digno de evocar un estremecimiento de admiración. El oro bruñido del envoltorio, la fragancia de azúcar y de la canela que emanaban, no eran sino el preludio de la sensación de delicia que liberaban de su interior cuando el cuchillo rompía la corteza, salía entonces un vapor colmo de aromas, se deshacían los higadillos del pollo, los huevos duros, las filaturas de jamón, del pollo y de las trufas, aprisionados en la masa untosa, muy caliente, de los pequeños macarrones cortos a los que la carne le daban un precioso color amarronado.
Giuseppe Tomasi di Lampedusa, El gattopardo, (1958).








(...) Perciò quando tre servitori in verde, oro e cipria entrarono recando ciascuno uno smisurato piatto d’argento che conteneva un torreggiante timballo di maccheroni, soltanto quattro su venti persone si astennero dal manifestare una lieta sorpresa: il principe e la principessa perché se l’aspettavano, Angelica per affettazione e Concetta per mancanza di appetito. Tutti gli altri (Tancredi compreso, rincresce dirlo) manifestarono il loro sollievo in modi diversi, che andavano dai flautati grugniti estatici del notaio allo strilletto acuto di Francesco Paolo. Lo sguardo circolare minaccioso del padrone di casa troncò del resto subito queste manifestazioni indecorose. Buone creanze a parte, però, l’aspetto di quei babelici pasticci era degno di evocare fremiti di ammirazione. L’oro brunito dell’involucro, la fraganza di zucchero e di cannella che ne emanava non erano che il preludio della sensazione di delizia che si sprigionava dall’interno quando il coltello squarciava la crosta: ne erompeva dapprima un vapore carico di aromi, si scorgevano poi i fegatini di pollo, gli ovetti duri, le sfilettature di prosciutto, di pollo e di tartufi impigliate nella massa untuosa, caldissima dei maccheroncini corti cui l’estratto di carne conferiva un prezioso color camoscio.”
Giuseppe Tomasi di Lampedusa, Il gattopardo, (1958).



Visconti dio vida magistralmente a los personajes de Lampedusa, ¿cómo olvidar el maravilloso vals entre Tancredi y Angelica o  Alain Delon y Claudia Cardinale? y qué decir de Burt Lancaster  que borda su papel como Príncipe de Salina.

Lampedusa recreó en su obra el ambiente selecto siciliano através de la familia Salina, que contempla cómo su mundo se ve amenazado por las ideas revolucionarias del Risorgimento y la unificación italiana. En verano la familia se traslada a Donnafugata para pasar la temporada estiva y en la comida inagural el Príncipe agasaja a sus invitados con un "timballo".

En cuanto mi compañera de Pan, amor y fantasia me comentó el motivo del concurso de Hecho en  mi cocina, HEMC #54, me vino a la mente esta receta. Estoy leyendo con mis alumnos del club di lettura Il Gattopardo en el marco de unas sesiones dedicadas a la celebración de la unificación italiana. Se trata de un plato de sabores intensos que son la suma de muchos aromas. Imposible describirlo mejor que Lampedusa. Busqué varias recetas por internet y traté de hacer la que más se acerca a la receta original con dos pequeñas modificaciones, no tan pequeñas si tenemos en cuenta que tenían que darle un sabor muy intenso. Por un lado los higadillos de pollo y por otro la crema pastelera. Pues sí, esos paladares tan refinados, seguidores de las modas de la corte borbónica parecían sentir debilidad por la mezcla de la crema pastelera con las albondiguillas de pollo y las salchichas. Puede que acabe probando, pero no quería arriesgarme a tener que tirarlo todo con el trabajo que me dio. Y es que para esta receta hay que preparar: la pasta frolla (que ya intenté sin demasiado éxito hacer en otras dos ocasiones), las albondiguillas de pollo, il sugo de carne y los macarrones. Vamos por partes.




PASTA FROLLA.
- 400 gramos de harina.
- 200 gramos de mantequilla.
- 200 gramos de azúcar glas.
- un poco de sal.
- una cucharadita de canela.
- 3 yemas de huevo.

De mis errores anteriores aprendí que es muy importante que el azúcar sea glass para que la masa ligue rápido y no quede arenosa y que la mantequilla se desmenuce antes con la harina (yo lo hice en el artilugio que viene con la batidora y que sirve para triturar o cortar). Hacemos un volcán con la harina y la mantequilla ya mezclados espolvoreamos la canela y la sal por encima y en el cráter ponemos las yemas. Empezamos a amasar y trabajamos poco la masa, lo suficiente para que se convierta en una masa uniforme. Envolvemos en plástico y reservamos en la nevera (por lo menos una hora)

ALBONDIGUILLAS DE POLLO.
- una pechuga de pollo picada.
- sal.
- perejil.
- tres cucharadas de queso parmesano rallado.
- pimienta negra.
- 1 huevo.
- pan rallado.
- trocitos de jamón cocido
Salpimentamos la carne picada, añadimos el resto de los ingredientes (menos el pan), hacemos unas bolitas del tamaño de una avellana y pasamos por el pan rallado. Freímos y reservamos.

 SUGO DE CARNE.

- 3 salchichas frescas.
- 4 cucharadas de salsa de tomate casero.
- unos guisantes cocidos  al dente.
- jamón cocido cortado en juliana.
- 4 setas grandes.
- 1 trufa pequeña.
- nuez moscada.
- medio vasito de vino.
- medio vasito de caldo de carne.

Rehogamos en una sartén las setas cortadas en juliana, las salchichas cortadas en trozos y el jamón cocido. Cuando estén dorados añadimos medio vasito de vino tinto y dejamos que se evapore el alcohol. Añadimos entonces la salsa de tomate, los guisantes y el medio vasito de caldo de carne. Dejamos reducir. Apartamos del fuego y le añadimos las albondiguillas de pollo. Ahora dejamos todo templar y cocemos la pasta.





Elegí unos rigattoni de Barilla. Los "timballi" se hacen con pasta corta, en muchos enlaces los vi rellenos de una pasta parecida a los fideos huecos de fideguá que se comercializan aquí. Es importante que sea una pasta hueca para que el jugo penetre entre los macarrones. La cocemos un pelín más dura que al dente porque en el horno se acabará de hacer. La escurrimos y mientras tanto recuperamos la masa.

Precalentamos el horno a 180 grados. 





Con la ayuda del rodillo de amasar estiramos la masa (le cortamos un trozo que servirá de tapa) y la colocamos en el molde. Tiene que salirse por los bordes del molde para poder sellar el timballo. El molde tiene que ser alto para conseguir la forma que queremos. Rellenamos alternando una capa de macarrones una de la salsa de carne, otra de macarrones y otra de la salsa. Colocamos la tapa y cerramos. Barnizamos con huevo batido.

Metemos en el horno a 180º unos 45 minutos, sacamos y dejamos enfriar antes de desmoldar.



Como prometía Lampedusa un olor a canela empezó a salir del horno y llenó la cocina...




martes, 3 de mayo de 2011

Ensalada de patata nueva y alcaparras.

(...)
- La alcaparra es uno de los frutos más humildes de la tierra y en conserva alcanza uno de los sabores más delimitados. Nada sabe a alcaparra. Sólo las alcaparras.
Fuster no está de acuerdo y aduce que la alcaparra es fruto para ensaladas y que si ha entrado en algunas cocinas españolas es a través de la influencia italiana. Mediterránea, corrige Carvalho, tanto en Mallorca como en Menorca o Murcia la alcaparra es algo más que una nota de amargura en las ensaladas. 
(...)
Manuel Vázquez Montalbán, Cuentos negros.




La receta de la que habla Carvalho consiste en un suculento plato de cordero con salsa de alcaparras, una receta de Languedoc. Demasiado para mí y mi modesta cocina. Pero hacía tiempo que tenía ganas de hacer algo diferente con las alcaparras, algo que no fuera un un plato de pasta . Buscando recetas  por la red me tropecé con el famoso Jamie Oliver. No he visto nunca su programa pero he oído mucho hablar de él y sobre todo lo he visto por infinidad de blogs. Sus vídeos están en youtube y sus libros se venden a pares en todas las librerías. Jamie preparaba en esta ocasión, con una coreografía un tanto exagerada y bastante efectiva, una ensalada de patatas, alcaparras, eneldo y todo ello bien empapado en aceite. Muy apetecible. Mi versión no lleva eneldo (ni intenté buscarlo en las tiendas de este pueblo) y no lo acompañé de salmón ahumado aunque me da que la mezcla tiene que ir muy bien. De paso provaba unas patatas nuevas, de las pequeñas que compré hace unos días. El resultado no fue tan lucido como la ensalada Oliveriana, ni tan brillante de aceite, ni con eneldo, sin salmón...pues sí, aparentemente bastante sosa en las fotos, un pelín más cocida de la cuenta la patata para mi gusto pero muy rica. Lo de la ralladura de limón me parece el mayor acierto de esta ensalada aunque también es cierto que las alcaparras ya aportan el toque ácido y puede llegar a ser demasiado. Por eso mismo, ese toque avinagrado y ácido, creo que puede ir muy bien con pescados y carnes grasas de sabor fuerte como el cordero o el salmón. Algo más intentaré con las alcaparras...




Ingredientes:

- unas patatas pequeñas.
- un puñado de alcaparras.
- aceite de oliva virgen.
- sal.
- 1 limón.

Elaboración:

Pelamos y cocemos las patatas. Conviene echarlas cuando el agua  salada ya esté hirviendo y para comprobar el punto de cocción las pinchamos con la punta del cuchillo. Las retiramos del fuego y las dejamos escurrir y templar.
En un cuenco preparamos el aliño. Rallamos limón, añadimos un poco de su jugo, un buen chorretón de aceite y las alcaparras.
Dependiendo del tamaño de las patatas podemos cortarlas a la mitad o en trozos y todavía templadas las añadimos al aliño y mezclamos bien. Aquí podemos imitar esos golpes de plato tan salerosos de Jamie y evitamos que la patata se rompa y deshaga, que es lo que ocurre si mezclamos con un tenedor.

Podemos dejarla enfriar del todo o comer templada. Admite más ingredientes pero también como acompañamiento de una carne o un pescado a la plancha podría estar bien. Conseguí una receta con alcaparras y un plato genial para el verano.