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lunes, 16 de enero de 2012

Farinata genovesa y un bocata de brandada.

Dantés se fue a Génova. En el momento de su llegada, se estaba probando un pequeño yate pilotado por un inglés que, habiendo oído decir que los genoveses eran los mejores constructores del Mediterráneo, quería tener un barco construído en Génova.(...)
Éste ofreció sus servicios a Dantés para buscarle una tripulación; pero Dantés le dió las gracias diciendo que tenía la costumbre de navegar solo, y que lo único que deseaba era que le construyera en la cabina, en la cabecera de la cama, un armario secreto, en el que hiciera tres compartimentos  también secretos. (...) Dos horas después, Dantés zarpaba del puerto de Génova, escoltado por las miradas de un montón de curiosos que querían ver al señor español que tenía la costumbre de navegar solo.

El conde de Montecristo, Alejandro Dumas.


Estuve fascinada por el Conde de Montecristo a una edad que quizás no era ya la propia para esos entusiasmos folletinescos. Desde entonces Marsella, el Castillo de If  y Génova se convirtieron  en  destinos deseados. Marsella seguirá pendiente de momento, pero este verano pasé por fin unos días en Génova ,y en el puerto antiguo, en una de esas tabernas sottoiportici, comí la farinata.

Ingredientes:

- 300 gr. de harina de garbanzos.
- agua.
- medio vaso de aceite de oliva.
- sal y pimienta negra.

En un recipiente colocamos la harina en forma de volcán y vamos añadiendo poco a poco el agua hasta conseguir una mezcla líquida y homogénea. Dejaremos reposar unas cinco horas fuera del frigorífico y tapada con film transparente. Es importante retirar la espuma que se irá formando en la superficie.
Pasado el tiempo de reposo añadimos sal, pimienta negra molida y medio vaso de aceite, mezclamos bien y disponemos nuestra masa sobre una molde al que habremos echado el aceite restante.
Horneamos a 220ª durante media hora . Tiene que coger un color dorado así que si es necesario podemos poner el grill para que dore la superficie. Se come caliente.

Para mi bocata:

Untar la farinata con brandada de bacalao (ésta es comprada pero tengo como deberes hacerla en casa), hojas variadas de ensalada aliñadas solo con aceite de oliva y pepinillos. Superbe!!

domingo, 25 de diciembre de 2011

Profiteroles salados.

Deja para mañana
lo que podrías haber hecho hoy
(y comenzaste ayer sin saber cómo).
Y que mañana sea mañana siempre;
que la pereza deje inacabado
lo destinado a ser perecedero;
que no intervenga el tiempo,
que no tenga materia en que ensañarse.
Evita que mañana te deshaga
todo lo que tú mismo
pudiste no haber hecho ayer.


Quédate quieto, Ángel González.



Mis mejores deseos para todos.

Ingredientes para el paté de pescado:

- una lata de bonito en aceite de oliva.
- 2 latas pequeñas de mejillones en escabeche.
- 4 anchoas en aceite de oliva.
- 2 cucharaditas de mayonesa ligera.

Trituramos todos los ingredientes y listo.
Para los profiteroles hice una vez más la pasta choux, exactamente la misma receta que para su versión dulce que podéis encontrar pinchando aquí.
Esta vez, en lugar de dejar un orificio en la base, preferí realizar un corte como se puede ver en la foto y con la ayuda de una cucharilla introduje el relleno.
Coronamos con un poco de mayonesa o salsa rosa, al gusto.
El relleno da para unas 15 unidades más o menos así que el resto los haré dulces, con crema de turrón en el interior y baño de chocolate por encima. La casa por la ventana.



jueves, 22 de septiembre de 2011

Ravioli dulces rellenos de queso do Cebreiro y mermelada de higos III.


Ogni tanto scrivendo m'interrompo e vado alla finestra. Il cielo è vuoto, e a noi vecchi d'Ombrosa, abituati a vivere sotto quelle verdi cupole, fa male agli occhi guardarlo. Si direbbe che gli alberi non hanno retto, dopo che mio fratello se n'è andato, o che gli uomini sono stati presi dalla furia della scure. (...) Ombrosa non c'è piè. Guardando il cielo sgombro, mi domando se davvero è esistita. Quel frastaglio di rami e foglie, biforcazioni, lobi, spiumii, minuto e senza fine, il cielo solo a sprazzi irregolari e ritagli, forse c'era solo perché ci passasse mio fratello col suo leggero passo di codibugnolo (...)

Il barone rampante, Italo Calvino.





Y colorín colorado, este cuento se ha acabado.

Y es que no solo de mermelada de higos vive el hombre así que aquí está mi tercera y última propuesta. Como es un pequeño homenaje a Calvino pues unos ravioli, tan italianos, pero como soy una profana en esto de la cocina italiana, les di un giro y los convertí en algo dulce. Para el relleno utilicé un queso fresco de Lugo, el queso do Cebreiro, muy parecido a un requesón grumoso, pero que al mezclarlo con la mermelada cogió la textura de una crema densa. Estuve dudando si añadir al relleno unas nueces trituradas, pero como utilicé canela y azúcar de caña en la masa, me parecía demasiado sabor fuerte.



Ingredientes para la masa:

- 200 gr. de harina de repostería.
- 1 huevo batido.
- una nuez de mantequilla (media cucharada de postre)
- una pizca de sal.
- 80 gr. de azúcar moreno.
- una pizca de canela.
- leche (en función de lo que nos pida la masa)

Tamizamos la harina y hacemos un hueco en el que ponemos el resto de los ingredientes. Comenzamos a amasar. Cuando estén mezclados todos los ingredientes vamos añadiendo la leche hasta conseguir una masa que no se nos pegue a las manos, pero tampoco excesivamente seca. Hacemos una bola y la dejamos reposar en un bol una media hora. Mientras, preparamos el relleno. Este es uno de los mil rellenos que admiten estos raviolis, podemos variar con frutos secos y queso, con crema de chocolate, sólo de queso y con miel sobre los raviolis ya hechos...a gusto.
Dividimos la masa en dos para que nos sea más fácil trabajarla. La extendemos con la ayuda de un rodillo hasta dejarla muy fina. Si vemos que se nos pega o no extiende bien, con la palma de la mano enharinada la acariciamos para que coja harina. Cortamos la placa de masa en dos, una parte será la base del ravioli y la otra para tapar la primera. Distribuimos pequeñas cantidades de nuestro relleno separadas para que no tengamos problema al cortar los raviolis. Tapamos con la otra placa de masa y con las yemas de los dedos presionamos alrededor de los montículos de relleno. Con un cortapasta separamos los ravioli. Los freímos en aceite muy caliente, se hacen en unos segundos, vuelta y vuelta. Antes de colocarlos en papel absorbente los dejo unos minutos en un colador para que pierdan aceite y queden crujientes.
Servimos espolvoreados de azúcar en polvo.





jueves, 8 de septiembre de 2011

Tortos de maíz y picadillo de chorizo de jabalí.

Las últimas lluvias cayeron con suavidad sobre los campos rojos y parte de los campos grises de Oklahoma, y no hendieron la tierra llena de cicatrices. Los arados cruzaron una y otra vez por encima de las huellas dejadas por los arroyos. Las últimas lluvias hicieron crecer rápidamente el maíz y salpicaron las orillas de las carreteras de hierbas y maleza, hasta que el gris y el rojo oscuro de los campos empezaron a desaparecer bajo una manta de color verde. A finales de mayo el cielo palideció y las rachas de nubes altas que habían estado colgando tanto tiempo durante la primavera se disiparon. El sol ardió un día tras otro sobre el maíz que crecía hasta que una línea marrón tiñó el borde las bayonetas verdes. Las nubes aparecieron, luego se trasladaron y después de un tiempo ya no volvieron a asomar.

Jhon Steinbeck, Las uvas de la ira.


Días de Astrurias, así que hoy toca un plato asturiano y pensé en alguno que no fuera de los más populares fuera de nuestra región. En unas semanas se enrriestrarán las panoyas de maíz en los corredores de los hórreos. Me decidí por unos tortos de maíz, que se comen con picadillo de la matanza y acompañados de un huevo frito.

Los tortos se elaboran con harina de maíz y se fríen. Mi padre me contaba esta mañana que mi abuela los hacía directamente sobre la cocina de carbón.
Para la masa utilicé 300 gr. de harina con un poco de sal;  mientras con una mano iba añadiendo agua templada con la otra amasaba. Hacemos una bola que dejaremos reposar,  cubierta con un paño húmedo, una hora por lo menos.

Recuperamos la masa y dividimos en varias bolas de menor tamaño. Con la ayuda de la palma de la mano vamos aplastando y dándoles forma. Hay que hacer esto con cuidado porque se rompen y dejarlas lo más finas posibles. Las freímos en  abundante aceite muy caliente y los dejamos escurrir sobre un colador.
En una sartén a parte, sin aceite y a fuego vivo hacemos el picadillo de chorizo (en este caso era e jabalí).
Freímos un huevo por persona y a la mesa. Vale, lo confieso, pasé del postre y me preparé una manzanilla, por si acaso...

lunes, 1 de agosto de 2011

"Flamiche" de puerros y crema ligera de verduras.




Giró una llave en la cerradura. Entramos. Me guió a través de una habitación a oscuras y vacía y, luego, por un corredor. Salimos a otra habitación con vidrieras de colores que le daban aspecto de capilla o de jardín de invierno.
- Era el comedor de verano- me dijo.
(...)
La única pared de la habitación estaba pintada de verde y se veía en ella una palmera casi borrada. Yo intentaba imaginarme esta habitación en otros tiempos, cuando comíamos en ella. El techo, en donde pinté el cielo. La pared verde en donde quise, con esa palmera, añadir una nota tropical. Las vidrieras por las que nos caía en la cara una luz azulda. Pero ¿cómo eran aquellas caras?

P. Modiano, Calle de las Tiendas Oscuras.

Guy Roland deambula entrevistando fantasmas del pasado, sombras en la pared que le ayuden a reconstruir una historia que no sabe en qué momento se le escapó de las manos. Junta fotografías, apunta nombres en su cuaderno, merodea por las calles de París y entra y sale de mansiones en las que un día comió junto a una mujer de la que sólo sabe su nombre. Buscar un pasado cuando a uno le queda sólo un poco de futuro puede que no sea una buena idea, la memoria puede revolverse contra uno como un perro rabioso. Y quién sabe, a veces basta un sabor, un aroma, ver como una magdalena se ahoga en una taza de té, para que el pasado vuelva con esa fuerza misteriosa a trastornarnos la vida.



Crema de verduras ligera:

- 1 lechuga iceberg.
- 4 tomates maduros.
- 3 patatas medianas.
- agua (o caldo de verduras) y sal.
- tres cucharadas soperas de aceite.

Cortamos en juliana la lechuga y pelamos y cortamos en cubos el tomate. En una olla con el fondo de aceite rehogamos la lechuga, hacemos unos minutos, dejamos que mengüe y añadimos el tomate troceado. Añadimos las patatas cortadas en trozos o en rodajas gruesas y cubrimos con agua. Salamos y cocemos hasta que las patatas estén tiernas. Trituramos todo.



Flamiche de puerros.

La flamiche es una tarta salada francesa de la que existen dos variantes, la de Dinant a base de un queso graso de bola y que se come acompañado de vino de Borgoña, y la picarda, que es por la que me he decidido, original de la zona de Picardía y de Calais. Parecida a la quiche, con una base de masa quebrada y utilizando sólo las yemas del huevo. El toque diferente lo dio en esta ocasión el curry. Yo suelo cambiar la nata o la crema de leche por leche Ideal que me resulta más ligera y se cocina muy bien.

Ingredientes:

- masa quebrada.
- 4 puerros.
- 1/2 lata de leche Ideal.
- 3 yemas de huevo y una clara.
- sal.
- curry.
- tres cucharadas de aceite.

Lavamos y cortamos los puerros en rodajas muy finas. Sofreímos en el aceite hasta que empiecen a coger color. Retiramos del fuego y dejamos templar.
En un bol batimos ligeramente las yemas, la clara y la leche. Añadimos curry a gusto, yo sigo utilizando las especias que me regaló Pachi, en esta ocasión curry sin tostar, que es algo más suave que el tostado. Añadimos los puerros a esta mezcla.
Precalentamos el horno a 200º.
En un molde engrasado o forrado con papel de hornear extendemos la masa e introducimos la mezcla. Horneamos una media hora. Veremos que coge color la superficie y que la masa quebrada está cocida.
Podemos comerla en caliente o fría.

sábado, 23 de julio de 2011

Pudding Yorkshire de cebolla y longaniza.

- ... Oye, ¿No tendrás algo de beber? Con tanto hablar, se me ha resecado la boca.
Saqué una botella, dos vasos, queso, una longaniza y una cebolla. Bebimos y comimos en silencio, sin decirnos nada. Miré a Joséphine como para ver a través de ella la escena que me había descrito. Mordisqueaba como un ratón y bebía largos tragos de vino haciendo chasquear la lengua.

Philip Claudel, Almas grises.







Una cebolla, longaniza, queso... tiempo para cocinar.... Después de unas semanas por Italia volví a casa, pero una gastroenteritis consiguió que no quisiera saber nada de la cocina durante unos días. Tutto a posto, ahora a cocinar...

Hacía tiempo que quería hacer el pudding Yorkshire, es típico inglés y suele servirse como acompañamiento del Roast-beef e incluso de salchichas. Me llevó tiempo caer en la cuenta de que su aspecto tan peculiar (crece dejando un hueco en el medio), no era por usar ningún molde especial sino que cogía esa forma con el horneado. Más que su sabor, yo destacaría la suavidad que tiene y con salsas empapa y coge su sabor.


Ingredientes para la masa (para 6 puddings) :

- 70 gr. de harina.
- 2 huevos.
- 150 ml. de leche.
- una pizca de sal.
- pimienta recién molida.


Elaboración:


En un bol batimos ligeramente los huevos. Añadimos, sin dejar de batir con las varillas, la harina poco a poco. Cuando esté bien integrada hacemos lo mismo con la leche hasta conseguir una masa homogénea. Cubrimos el bol con film transparente y dejamos enfriar en la nevera un mínimo de dos horas.

El pudding se sirve caliente, recién desmoldado, así que calculamos tiempos. Tenemos que precalentar el horno a 220º. Rellenamos los moldes, en mi caso unos moldes de silicona tipo muffins y horneamos durante unos 20 minutos. Tiene que tener aspecto dorado por fuera y claro por dentro. En el horno empezarán a crecer e irán cogiendo forma de volcán, les quedará una especie de cráter en el interior que será lo que rellenaremos.









Relleno:

- una cebolla y una longaniza de Avilés.

Caramelizamos una cebolla cortada muy fina. La hacemos a fuego suave y cuando esté bien hecha, añadimos una cucharadita de azúcar y dejamos que siga haciéndose hasta coger un color dorado.
Freímos la longaniza y reservamos.

Cogemos un pudding y colocamos las rodajas de longaniza encima, un poco de la cebolla caramelizada y servimos acompañado de ensalada de berros y parmesano en escamas.

lunes, 27 de junio de 2011

Trenza de enfilada.

- Señora Campa,... Señora Campa... un poco de caridad, no juzguemos al prójimo ligeramente- dice.
Y moja su tostada en el chocolate. El chocolate de la señora Campa es bueno. Se lo envían del Molinón, una casa de Oviedo que tiene fama de fabricar los mejores chocolates del Principado. También la tostada de Pepa Doncel es buena. Ella misma prepara las tostadas cuando la visita el cura, la maestra vieja o alguna personalidad importante de la villa. Al cura le gustan las tostadas y el chocolate de la señora Campa y le place saborearlos en su casa, en tanto vela por la salvación de su alma.

Dolores Medio, Historia de una maestra.







Hay historias que empiezan a trenzarse antes de que nosotros lleguemos a tener conciencia de que eso que algunos llaman destino no son sino vueltas del camino por el que hemos de pasar más de una vez. Es difícil para los descreídos intentar comprender cómo el tiempo va tejiendo y destejiendo a su antojo y cómo las casualidades a veces parecen más bien acciones, tan bien articuladas, que serían dignas de la novela perfecta.
Por San Roque, siesteando después de las fiestas de Oviñana, Marina y yo destrenzamos una de esas historias. Para tirar del hilo bastó un comentario tonto sobre nombres extraños, cuando su abuelo que trabajaba en el jardín, intervino en la conversación. En ese momento todos cogimos un cabo de la cuerda y acabamos de trenzar la historia que había comenzado más de cincuenta años atrás, cuando dos niños que resultaron ser nuestros abuelos compartieron pupitre. Recordaban todavía una amistad especial que el comienzo de la guerra truncó. No supieron más el uno del otro hasta ese momento en que sus dos nietas trenzaban ya su propia historia.
Esos días en Oviñana hubo verbenas, playa, paseos, comimos el arroz con leche riquísimo y esta enfilada que hacía su abuela.
Todo sigue su curso, queda un mes para San Roque, han pasado muchas cosas desde entonces y aquí estamos, trenzando...


Ingredientes:

- 750 gr. de harina
- 150 gr. de mantequilla.
- 15 gr. de levadura.
- 3 huevos.
- 200 gr. de azúcar.
- 1 cucharadita rasa de sal
- 1 copina de anís.








Elaboración:

Batimos los huevos con el azúcar hasta que queden espumosos, añadimos la mantequilla derretida y el anís. Disolvemos la levadura en un pocillo de leche templada y añadimos la sal. Lo añadimos a la mezcla de los huevos. Es el momento de añadir la harina e ir amasando. Para este proceso utilicé la panificadora en el programa de amasado, que incluye un par de levados con algo de temperatura. Si lo hacemos manual, después de amasar hasta conseguir que no se nos pegue a los dedos,  dejamos levar la masa entre 6 y 8 horas en un lugar seco y sin corrientes. Pasado ese tiempo recuperamos la masa, trenzamos y pintamos con huevo batido. Dejamos una hora más de reposo la trenza en el horno a 50º. Finalmente horneamos a 150º  entre 40 minutos y una hora. En mi caso hice la trenza demasiado corta por lo que en el horno al coger volumen tomó forma más bien de hogaza. Por eso creo que también me llevó casi una hora de horno y no los 30 minutos que decía la receta.












sábado, 11 de junio de 2011

Empanada de berberechos y pan de millo de Leo Caldas.

Por razóns de traballo, Caldas fora nalgunha ocasión á lonxa de Vigo. Sempre o sorprendía o bullicio das poxas, a trasfega de barcos, caixas, camións e xentes. Gustáballe escoitar os berros e as risas dos homes do mar e saber que fóra da cidade durmía indiferente ao desvelo daquelas criaturas nocturnas. Con todo, na lonxa de Panxón só alteraba o silencio o rumor das ondas ao romper na praia, e imaxinou que era o cadáver aínda quente de Castelo quen os mantiña calados.

Domingo Villar, A praia dos afogados.










Mira que me lo advirtió Félix Grande, uno no debería volver al sitio donde una vez fue feliz, pero no necesito hacerme las tres horas de coche que ahora me separan de Vigo para soñar que subo Urzaiz en una mañana despejada, acalorada y feliz, agradeciendo ese verano prematuro que a otros se les niega. Urzaiz arriba y abajo, como una cicatriz al sol, del Calvario al Berbés, esa arteria de vitalidad desbordante que vertebra la ciudad, que te empuja hacia el puerto. Bajar Urzaiz en moto, cerrar un segundo los ojos y abrirlos para descubrir la ría, buscar el refugio del calor en la Alameda, escapar de la ciudad hacia las playas... Y aunque los años más felices tienen que estar siempre por llegar a aquellos vuelvo una y otra vez como recuerda F. G. "girarás entorno errabundo/ alrededor del desastre entrañable/ como girase un perro ante la tumba de su dueño".
Ahora me conformo con seguir los pasos de Leo Caldas por Vigo, reconozco cada parada, cada lugar. Domingo Villar confiesa, que escribiendo desde Madrid, es esa su manera de desafiar la distancia. Así que como dos sombras seguimos al comisario y recuperamos parte de nuestro pasado, quién sabe si un día nos sorprenda, con un vino en la mano y un trozo de empanada en la otra, celebrando la vuelta, porque "sabes que volverás, que te hayas condenado/ a regresar, humilde, donde fuiste feliz./ Sabes que volverás/ porque la dicha consistió en marcarte/ con la nostalgia, convertirte/ la vida en cicatriz"






Ingredientes para la masa:

- 350 gr. de harina de maíz.
- 150 gr. de harina de trigo.
- 1 taza de agua.
- 40 gr. de levadura fresca.
- sal

Para el relleno:

- 1Kg. de berberechos.
- 3 cebollas medianas.
- 1/2 pimiento rojo
- una cucharadita de pimentón dulce.
- sal


Elaboración:

La receta original lleva también harina de centeno, que yo no conseguí. La proporción sería entonces de 300 gr. de maíz, 150 gr. de centeno y 50 gr.  de trigo pero yo reajuste las cantidades. Mezclamos las harinas y añadimos la sal. Hacemos un volcán con las harinas y en el cráter volcamos el agua tibia donde habremos diluido la levadura. Amasamos bien, es una masa torpe de trabajar, si amasamos con las manos empapadas en agua resulta más fácil.
Dejamos reposar mínimo una hora en un lugar seco, cálido y sin corrientes. Yo suelo dejar las masas reposar en el horno e incluso con la luz encendida.
Mientras preparamos el relleno; freímos la cebolla picada bien fina y la mitad de un pimiento rojo, salamos. cuando esté hecha (sin que nos quede muy dorada), añadimos el pimentón y retiramos del fuego.
Los berberechos son de las cosas más ricas que hay, un sabor a mar tan concentrado, basta un golpe de calor, al vapor, así solos con un Albariño ya están para morirse. En este caso, los abrimos al vapor y desechamos la concha. No los echaremos en la salsa, alternaremos las capas de verdura y marisco cuando rellenemos la empanada.
Lo más complicado de esta masa es que no se puede extender, se rompe, así que tenemos que armarnos de paciencia para cubrir el molde. Con las manos empapadas en aceite fui cogiendo unas bolas de masa que aplasté con las manos dejándolas lo más finas posibles. Como si se tratara de un puzzle vamos ensamblando los pedazos de masa hasta cubrir la base. Es el momento de empezar a rellenar; disponemos una capa de la cebolla, superponemos otra capa de berberechos y una última de cebolla. Ahora tenemos  que repetir la operación de la masa, colocando la "tapa" de nuestra empanada. Pincelamos con aceite y damos ya el corte. La masa quedará muy crujiente pero se nos deshará completamente si intentamos cortarla después de haberla horneado así que dejaremos los cuadrados ya cortados.
En el horno precalentado a 190º hornearemos una hora aproximadamente.




O sur son moitos nomes, non me esquezo de ninguén pero sobre todo son María, Lano e a súa familia, que foi a miña cando me fixo mais falta e que me reciben sempre cunha aperta. Pra eles esta receita que probei por primeira vez en Tui.



jueves, 19 de mayo de 2011

Brioche para Arturo y Elida Massolari.

L'operaio Arturo Massolari faceva il turno della notte, quello che finisce alle sei. Per rincassare aveva un lungo tragitto, che compiva in bicicletta nella bella stagione, in tram nei mesi piovosi e invernali. Arrivava a casa tra le sei e tre quarti e le sette, cioè alle volte un po' prima alle volte un po' dopo che suonasse la sveglia della moglie, Elide. (...)
Alle volte invece era lui che entrava in camera a destarla, con la tazzina del caffè, un minuto prima che la sveglia suonasse (...)
Italo Calvino, L'avventura di due sposi, Gli amori difficili.


Arturo Massolari llega del turno de noche justo en el momento en que su mujer se despierta para ir a trabajar. Cuando ella, medio dormida, lo abraza, puede adivinar el tiempo que hace fuera. Se avergüenza un poco de que su marido la vea así, con los ojos vencidos por el sueño y el pelo ensortijado. Él vacía la fiambrera y el termo del café y le hace el desayuno. Después ella se va y él se empequeñece para encajar en el hueco caliente que ella dejó en la cama.
En apenas cuatro páginas Calvino consigue retratar con una ternura estremecedora el encuentro- despedida de una pareja que se cruza a primera hora de la mañana durante unos minutos. Apetece colarse en la historia, prepararles un desayuno, regalarles una mañana para ellos. 
Así que este este es el brioche para Arturo y Elide Massolari. La receta es de Kako, hace unos días su blog se llenó de brioche, anisado, con cítricos... Yo elegí la versión anisada, adaptada un poco en cuanto a los ingredientes y al proceso.  Utilicé la panificadora para el amasado y eché todos los ingredientes al mismo tiempo y en lugar de las semillas de anís añadí directamente un chorro generoso de anís  "La Asturiana".



Ingredientes- 425 gr. de harina de fuerza.-1 huevo.- 80 gr. de azúcar.-15 gr. de levadura fresca.- una pizca de sal.-un chorro de anís.- 150 ml. de suero de leche (dejamos la leche entera reposar con un chorro de zumo de limón unos 15 minutos, tiene que salir como una espuma). Esta es la manera casera de conseguir buttermilk. - 60 gr. de aceite de oliva suave.
Elaboración:

Añadimos los ingredientes líquidos en el fondo de la panificadora y encima los secos y la levadura. Marqué el programa de amasado que dura unos 10 minutos y dejé fermentar en la misma panificadora. Cuando volví del trabajo había triplicado el volumen. Lo saqué del recipiente de la amasadora y desgasifiqué suavemente con un rodillo. Se estiende la masa, sin dejarla demasiado fina, se enrolla y se cortan rodajas gruesas que disponemos en un molde. Lo dejé reposar en la nevera toda la noche. Por la mañana lo dejé templar a temperatura ambiente una media hora y aproveché para precalentar el horno a 180º. Horneamos unos 30 minutos. Desmoldamos y espolvoreamos con azúcar glass.
Creo que es la receta más saludable que encontré de brioche, no lleva mantequilla y sólo es necesario un huevo. 

Puesta la mesa, dispuestas todas las cosas, listas y al alcance de la mano para no tener que levantarse más veces, entonces era el momento en el que les asaltaba el deseo de tener un poco de tiempo para estar juntos y casi no conseguían llevarse la cuchara a la boca, de las ganas que tenían de quedarse allí cogidos de la mano.
Italo Calvino, La aventura de los esposos, Los amores difíciles.




martes, 10 de mayo de 2011

Timballo del Gattopardo.




Por eso cuando tres sirvientes, de verde, oro y rosa empolvado, entraron portando cada uno un inconmensurable  plato de plata que contenía un "timballo" de macarrones como un torreón, solo cuatro de las veinte personas se abstuvieron de manifestar una feliz sorpresa: el Príncipe y la Princesa porque  lo esperaban, Angélica por un gesto de afectación y Concetta por la ausencia de apetito. Todos los demás (Tancredi incluido, huelga decirlo) manifestaron su alivio de diferente modo, que iba desde una especie de estático gruñido aflautado del notario al agudo chillido de Francesco Paolo. Una mirada en círculo del dueño de la casa truncó rápidamente estas manifestaciones indecorosas. Buenas maneras a parte, el aspecto de aquellas babélicas pitanzas era digno de evocar un estremecimiento de admiración. El oro bruñido del envoltorio, la fragancia de azúcar y de la canela que emanaban, no eran sino el preludio de la sensación de delicia que liberaban de su interior cuando el cuchillo rompía la corteza, salía entonces un vapor colmo de aromas, se deshacían los higadillos del pollo, los huevos duros, las filaturas de jamón, del pollo y de las trufas, aprisionados en la masa untosa, muy caliente, de los pequeños macarrones cortos a los que la carne le daban un precioso color amarronado.
Giuseppe Tomasi di Lampedusa, El gattopardo, (1958).








(...) Perciò quando tre servitori in verde, oro e cipria entrarono recando ciascuno uno smisurato piatto d’argento che conteneva un torreggiante timballo di maccheroni, soltanto quattro su venti persone si astennero dal manifestare una lieta sorpresa: il principe e la principessa perché se l’aspettavano, Angelica per affettazione e Concetta per mancanza di appetito. Tutti gli altri (Tancredi compreso, rincresce dirlo) manifestarono il loro sollievo in modi diversi, che andavano dai flautati grugniti estatici del notaio allo strilletto acuto di Francesco Paolo. Lo sguardo circolare minaccioso del padrone di casa troncò del resto subito queste manifestazioni indecorose. Buone creanze a parte, però, l’aspetto di quei babelici pasticci era degno di evocare fremiti di ammirazione. L’oro brunito dell’involucro, la fraganza di zucchero e di cannella che ne emanava non erano che il preludio della sensazione di delizia che si sprigionava dall’interno quando il coltello squarciava la crosta: ne erompeva dapprima un vapore carico di aromi, si scorgevano poi i fegatini di pollo, gli ovetti duri, le sfilettature di prosciutto, di pollo e di tartufi impigliate nella massa untuosa, caldissima dei maccheroncini corti cui l’estratto di carne conferiva un prezioso color camoscio.”
Giuseppe Tomasi di Lampedusa, Il gattopardo, (1958).



Visconti dio vida magistralmente a los personajes de Lampedusa, ¿cómo olvidar el maravilloso vals entre Tancredi y Angelica o  Alain Delon y Claudia Cardinale? y qué decir de Burt Lancaster  que borda su papel como Príncipe de Salina.

Lampedusa recreó en su obra el ambiente selecto siciliano através de la familia Salina, que contempla cómo su mundo se ve amenazado por las ideas revolucionarias del Risorgimento y la unificación italiana. En verano la familia se traslada a Donnafugata para pasar la temporada estiva y en la comida inagural el Príncipe agasaja a sus invitados con un "timballo".

En cuanto mi compañera de Pan, amor y fantasia me comentó el motivo del concurso de Hecho en  mi cocina, HEMC #54, me vino a la mente esta receta. Estoy leyendo con mis alumnos del club di lettura Il Gattopardo en el marco de unas sesiones dedicadas a la celebración de la unificación italiana. Se trata de un plato de sabores intensos que son la suma de muchos aromas. Imposible describirlo mejor que Lampedusa. Busqué varias recetas por internet y traté de hacer la que más se acerca a la receta original con dos pequeñas modificaciones, no tan pequeñas si tenemos en cuenta que tenían que darle un sabor muy intenso. Por un lado los higadillos de pollo y por otro la crema pastelera. Pues sí, esos paladares tan refinados, seguidores de las modas de la corte borbónica parecían sentir debilidad por la mezcla de la crema pastelera con las albondiguillas de pollo y las salchichas. Puede que acabe probando, pero no quería arriesgarme a tener que tirarlo todo con el trabajo que me dio. Y es que para esta receta hay que preparar: la pasta frolla (que ya intenté sin demasiado éxito hacer en otras dos ocasiones), las albondiguillas de pollo, il sugo de carne y los macarrones. Vamos por partes.




PASTA FROLLA.
- 400 gramos de harina.
- 200 gramos de mantequilla.
- 200 gramos de azúcar glas.
- un poco de sal.
- una cucharadita de canela.
- 3 yemas de huevo.

De mis errores anteriores aprendí que es muy importante que el azúcar sea glass para que la masa ligue rápido y no quede arenosa y que la mantequilla se desmenuce antes con la harina (yo lo hice en el artilugio que viene con la batidora y que sirve para triturar o cortar). Hacemos un volcán con la harina y la mantequilla ya mezclados espolvoreamos la canela y la sal por encima y en el cráter ponemos las yemas. Empezamos a amasar y trabajamos poco la masa, lo suficiente para que se convierta en una masa uniforme. Envolvemos en plástico y reservamos en la nevera (por lo menos una hora)

ALBONDIGUILLAS DE POLLO.
- una pechuga de pollo picada.
- sal.
- perejil.
- tres cucharadas de queso parmesano rallado.
- pimienta negra.
- 1 huevo.
- pan rallado.
- trocitos de jamón cocido
Salpimentamos la carne picada, añadimos el resto de los ingredientes (menos el pan), hacemos unas bolitas del tamaño de una avellana y pasamos por el pan rallado. Freímos y reservamos.

 SUGO DE CARNE.

- 3 salchichas frescas.
- 4 cucharadas de salsa de tomate casero.
- unos guisantes cocidos  al dente.
- jamón cocido cortado en juliana.
- 4 setas grandes.
- 1 trufa pequeña.
- nuez moscada.
- medio vasito de vino.
- medio vasito de caldo de carne.

Rehogamos en una sartén las setas cortadas en juliana, las salchichas cortadas en trozos y el jamón cocido. Cuando estén dorados añadimos medio vasito de vino tinto y dejamos que se evapore el alcohol. Añadimos entonces la salsa de tomate, los guisantes y el medio vasito de caldo de carne. Dejamos reducir. Apartamos del fuego y le añadimos las albondiguillas de pollo. Ahora dejamos todo templar y cocemos la pasta.





Elegí unos rigattoni de Barilla. Los "timballi" se hacen con pasta corta, en muchos enlaces los vi rellenos de una pasta parecida a los fideos huecos de fideguá que se comercializan aquí. Es importante que sea una pasta hueca para que el jugo penetre entre los macarrones. La cocemos un pelín más dura que al dente porque en el horno se acabará de hacer. La escurrimos y mientras tanto recuperamos la masa.

Precalentamos el horno a 180 grados. 





Con la ayuda del rodillo de amasar estiramos la masa (le cortamos un trozo que servirá de tapa) y la colocamos en el molde. Tiene que salirse por los bordes del molde para poder sellar el timballo. El molde tiene que ser alto para conseguir la forma que queremos. Rellenamos alternando una capa de macarrones una de la salsa de carne, otra de macarrones y otra de la salsa. Colocamos la tapa y cerramos. Barnizamos con huevo batido.

Metemos en el horno a 180º unos 45 minutos, sacamos y dejamos enfriar antes de desmoldar.



Como prometía Lampedusa un olor a canela empezó a salir del horno y llenó la cocina...




domingo, 24 de abril de 2011

Quiche de alcachofas y anchoas.








(...) El incidente no le hizo desistir de su deseo de cenar a la romana y a la judía y se sometió a un duro régimen de "antipasto" con las alcachofas como elemento dominante, a la judía, simples, con limón, sal, pimienta y fritas en el extremo opuesto al barroquismo que puede alcanzar la alcachofa en las cocinas italianas, como la variada gama de las alcachofas rellenas, exquisitas a la siciliana o con el bouquet dominante de las anchoas o las rellenas de arroz o de atún. Disertaba con el maître a propósito de las alcachofas y de la cocina de la judería, cuando percibió claramente que le estaban vigilando (...)

Manuel Vázquez Montalbán, Cuentos negros.


Como sucede con la literatura la cocina es un placer en soledad, para poder recrearse hace falta ausentarse. Pero hay otro placer, éste compartido, que consiste en poder encontrar a alguien que habiendo sentido algo parecido esté dispuesto a compartirlo. He visto algo parecido en amigos melómanos, que pueden hablar durante horas de música, se descubren en sus debilidades por ciertos grupos o solistas, se aconsejan, se intercambian cedés y consiguen contagiar algo de ese entusiasmo. Es un gusto disfrutar de ciertas cosas, lo es también ver cómo disfrutan los demás pero lo es aún más poder compartirlo.

Bueno, pues es siempre un placer leer las observaciones gastronómicas de Vázquez Montalbán y a raíz de sus Cuentos Negros, recién publicados, me vinieron las ganas de alcachofas. Las alcachofas frescas no tiene nada, absolutamente nada que ver con las de bote o con las congeladas. Creo que es el producto que más cambia de fresco a conservado. Es verdad que se desperdicia una gran parte hasta llegar al corazón pero merece la pena. A mí siempre me encantaron pasadas por un poco de aceite y con un huevo batido hacer una tortilla francesa que coge el color oscuro de la alcachofa. Se me ocurrió que la mezcla con las anchoas que propone Montalbán no debía estar mal y de ahí la quiche de alcachofas y anchoas.







Ingredientes:

- 6 alcachofas.
- 4 huevos.
- 1 paquete de masa de hojaldre fresca.
- 6 filetres de anchoa en salazón.
- 1/2 cucharadita de levadurina Royal.

Elaboración:

Deshojamos las alcachofas hasta llegar a la parte tierna y las vamos introduciendo en un cuenco con agua fría y jugo de limón para que no se oxiden. En una sartén con un fondo de aceite rehogamos los filetes de anchoa hasta que se deshagan. Añadimos las alcachofas, cada una una cortada en cuatro gajos y dejamos que se doren bien.
En un cuenco batimos los huevos y la media cucharadita de Royal. No quería usar ni nata ni leche vaporizada así que añadí la levadurina para que luego subiera un poco el relleno y evitar también echar demasiado huevos. Por último añadimos las alcachofas con las anchoas. Mezclamos bien.
Colocamos el hojaldre en el molde, pinchamos el fondo con un tenedor y le echamos la mezcla del relleno.
Metemos en el horno precalentado a 180º y dejamos unos 15-20 minutos hasta que coja el aspecto dorado la masa y el relleno.

Todavía no he acabado el libro pero ya tengo alguna idea nueva, tengo ganas de probar salsas y platos con alcaparras, ¿Alguna sugerencia?









lunes, 18 de abril de 2011

Focaccia con tomates secos.


Focaccia, pizza, piadina... las posibilidades de las masas a partir de cereales son muchas, tantas como los siglos que se llevan haciendo, amoldándose a los usos de cada región y cocinados de forma muy parecida. La escasez de cereales o su repentina carestía provocaban hambrunas, revueltas y movimientos migratorios. Del tercer mundo a los países desarrollados el cereal no solo se encuentra en la base de sus usos alimenticios sino de la propia historia. Del hombre a la historia y de la historia a la lengua, "cuando habla sube el pan", "pan para hoy y hambre para mañana", no tener ni "un trozo de pan que llevarse a la boca" o la que más me gusta, compañero, con quien se comparte el pan... pasando por los misteriosos procesos de levado y fermentación, misterios no ajenos a las religiones y sus ritos.

Whole Kitchen, en su propuesta salada para el mes de abril nos invita a preparar una focaccia. En Italia he tenido la ocasión de probarla de mil formas, sobre todo un verano recorriendo La Puglia, la focaccia pugliese, con tomates "cherrys" incrustados, con una capa de sal gruesa por encima, caliente, recién sacada del horno, después de jornada playera... Sin embargo la más conocida es la focaccia genovesa, que allí se acostumbra a tomar con el café para el espanto del resto de los italianos, el sacrilegio de esas balsas de aceite en sus maravillosos cafés... 
Como todavía tengo por casa algunos tomates secos se me ocurrió aprovecharlos para la masa. Para la receta pegué un repaso a las diferentes versiones y el resultado fue una versión tuneada de Giallo Zafferano, la ofrecida por Whole Kitchen y mi aportación.








Ingredientes para la masa:

- 400 ml. de agua.
- 1 kg. de harina de fuerza (la receta decía 600 gr. pero a mí la masa me pedía más harina)
- 25 gr. de levadura fresca.
- 140 ml. de aceite de oliva (yo utilicé algo más)
- un puñado de sal gorda.





Elaboración:

La noche anterior dejé los tomates secos en un vaso con aceite de oliva para que fueran hidratándose.

En un vaso disolví en la mitad del agua templada la levadura y dejé unos 20 minutos para que vaya empezando la fermentación, se ve como en la superficie empiezan a aparecer burbujas.
En un bol grande echamos la mitad de la harina con la sal en forma de volcán y en el crater volcamos el agua templada con el aceite y mezclamos bien. El resultado en una masa bastante líquida.
Cuando esté todo bien mezclado añadimos el resto de la harina y el agua con la levadura disuelta y comenzamos a amasar. Cuando tengamos una masa que se puede trabajar pasamos a la mesa, añadiendo más harina si fuera necesario (como fue en mi caso). El resultado es una masa elástica que ya no se pega a las manos. 
En una badeja de horno echamos un chorro generoso de aceite de oliva, como un charco de aceite sobre el que colocaremos la masa y lo dejaremos levar en el horno a 30º, basta con dejar la luz del horno encendida. Dejamos que duplique su volumen, yo lo dejé un par de horas. 
Sacamos de nuevo la bandeja y amasamos un minuto. Untamos la masa bien de aceite con la ayuda de un pincel y con la palma de la mano vamos presionando para estirarla, dándole la forma rectangular de la bandeja. Echamos la sal gorda por encima, nos aseguramos que haya aceite debajo de la masa y que esté bien bañada en aceite por arriba y volvemos a dejar en el horno con la luz encendida una media hora.
Sacamos de nuevo la bandeja, con la yema de los dedos presionamos la masa para obtener después esa forma tan característica de la fügassa genovesa. Troceamos los tomates a la mitad y los distribuimos "semienterrados" en la masa. Añadimos el aceite de haber hidratado los tomates en los huecos que hemos hecho con las yemas de los dedos. 
En el horno precalentado a 200º horneamos entre 20 y 25 minutos. Sacamos del horno y dejamos enfriar sobre una rejilla.
Resultado una masa crujiente con un intenso sabor a aceite y ese gusto a sal. Perfecta para comer así, para rellenar como bocadillo, para untar con paté (con el de aceituna que preparé para el bocadillo está riquísima) para desayunar...bueno, diré sólo que duró un día y medio... Y sí, estaba muy rica, pero ¡¡ ni comparación con las focaccia de los hornos italianos!!






 

miércoles, 13 de abril de 2011

Bocata de berenjena, calabacín, brie y paté de aceitunas en pan de focaccia.








Aprovechando que estaba con las manos en la masa, preparando la focaccia para Wholekitchen, me preparé un bocata que será mi segunda propuesta para su concurso de bocadillos. Calabacín y berenjena a la plancha, queso brie y focaccia con tomates secos untada en paté de aceitunas negras.



La receta de la focaccia con tomates secos la colgaré un poco más adelante, en la fecha indicada para la propuesta salada de este mes. El resultado es una masa crujiente, con sabor a aceite y los tropezones salados de los tomates secos y esos granos de sal que dejan un "regustillo" en los labios.







Para el relleno unas lonchas de calabacín y de berenjena finas que pasamos a la plancha y unos trozos de queso brie, este queso graso va muy bien a las verduras.  Untamos la focaccia con paté de aceitunas negras. 






Para preparar el paté escurrimos las aceitunas negras de una lata (sin hueso), las pasamos por la batidora con dos filetes de anchoas y un chorro de aceite de oliva. Lo mantenemos en la nevera, con pan tostado es un aperitivo muy rico.















El queso brie, como el Camembert, son quesos grasos que dan un poco de cremosidad al bocadillo y aportan un sabor fuerte a las verduras.

















Lo acompaño de una cerveza en una tarde de terraza, me pongo a Paolo Conte y empiezo a imaginar ese posible viaje a Génova que tanto se me resiste, aunque como el mismo Conte me recuerda: Genova, dicevo, è un'idea come un'altra .

jueves, 31 de marzo de 2011

Bocata Salander: piadina de salmón y tzatziki.



Lisbeth Salander engullía sandwich frente a la pantalla de su Macbook  sin que su aspecto frágil y enfermizo se resintiese lo más mínimo. M B regaba esos mismos bocadillos con litros de café negro. Su autor debió hacer lo mismo mientras vivió para escribir la trilogía Milenium. 
La compulsividad con la que leí esa trilogía en las tardes de julio de hace unos años es parecida a la que a veces siento por ciertos platos. Recuerdo desde la infancia que esas comidas desconocidas para mí saltaban de los libros y se enriquecían en mi imaginación con las situaciones y ocasiones en las que sus protagonistas las degustaban. Las chocolatinas de Charlie, el pastel de carne de los Cinco y su cerveza de jengibre, las galletas y carnes saladas que embarcaban para la Isla de las Tortugas... hasta llegar a los sandwiche de Larsson. En mi imaginación (y seguramente sólo en mi imaginación) estos bocadillos tenían el aspecto de los rollitos de salmón de la tienda de productos suecos de Ikea. Así que cuando Whole Kitchen nos propuso la elaboración de un bocadillo, encontré la disculpa para prepararme un sandwich "Salander".
Esta es mi propuesta para el concurso de Whole Kitchen, http://www.wholekitchen.info/2011/03/concurso-bocadillos-te-apuntas.html el sandwich Salander, con tzatziki, salmón ahumado y rúcula y todo como relleno a una piadina. Al final se me ve el plumero y menos el salmón ahumado, el resto de los ingredientes son de lo más mediterráneos. El tzatziki es una salsa griega de yogur, o dip, como parece que tanto gusta decir ahora. Se sirve como aperitivo  para mojar pan de pita o como salsa de acompañamiento de las carnes a la brasa. Es fresco gracias a la mezcla en frío de yogur y pepino y con un toque ácido que pensé que podría irle bien a la grasa del salmón. La textura final es algo más densa que la que hice en esta ocasión, de esta forma más líquida se puede tomar también como sopa fría o para aliñar ensaladas.
La piadina es una masa a base de agua y harina de trigo, parecida al pan ácimo, es decir, una pan sin levadura, que en Italia encontramos en bares y cafeterías como comida para comer en el momento como spuntino o para llevar. Tiene una elaboración fácil y sobre todo rápida al no necesitar levar. No tiene miga y es un poco crujiente. Creo que le va genial al salmón.
La receta está pensada para cuatro piadinas.

Ingredientes para este vaso de tzatziki:

- 3 cucharadas soperas bien llenas de yogur griego (yo compré un envase de 1 kilo del LIDL)
- 1/2 cabeza de ajo.
- 1/2 pepino.
- unas gotas de limón.

Elaboración:

Lavamos, pelamos, partimos longitudinalmente a la mitad el pepino. Lo vaciamos de semillas con la yuda de una cuchara de postre y lo cortamos en trozitos. En un vaso batidor intriducimos el yogur, el ajo, el pepino, un pellizco de sal y rociamos con unas gotas de limón. Batimos bien y dejamos enfriar en la nevera mientras elaboramos las piadinas. En esta ocasión no lo hice pero suelo cortar con un pelador la piel del pepino bien lavada y añadirla a la mezcla cuando ya está batida. Como iba a rellenar con ensalada la piadina preferí no aprovechar la piel del pepino. Como en todas las salsas y aliños la proporción de los ingredientes varía en función de los gustos de cada uno.
Me quedó un pelín más líquido de lo que buscaba y aunque la solución era fácil (añadir más pepino o más yogur sin batir) lo dejé así.
Vamos con las piadinas.

Ingredientes para la masa (4 piadinas):

- 100 ml. de agua.
- 250 gr. de harina de trigo.
- 1 cucharada de aceite de oliva (la receta original se hace con manteca de cerdo).
- una pizca de sal.

Elaboración:

Colocamos la harina en forma de volcán y en el centro vertemos el agua templada, la cucharada de aceite y la sal. Vamos amasando de fuera al centro hasta obtener una masa uniforme. Dejamos reposar mientras preparamos el relleno.
Recuperamos la masa y la cortamos en cuatro trozos. Con un rodillo damos forma y las dejamos bastante finas.
Colocamos al fuego una sartén antiaderente y damos fuego fuerte. Veremos que empezarán a salir unas burbujas en la masa que pincharemos con un tenedor. El aspecto final es una masa fina, blanca con manchitas oscuras, como en la foto.
Unté las piadinas con salsa tzatziki, coloqué unas hojas de rúcola, unas lonchas de salmón ahumado y otras cuantas hojas. Se pliegan por la mitad y ya podemos hincarles el diente. Están más ricas con la masa templada, si las tenemos hechas de otro momento podemos recalentarlas tal y como las hicimos. Es una masa que no empapa del relleno así que el interior está siempre jugoso. El tzatziki con su punto de acided contrarresta la grasa del salmón y la rúcula aporta un toque amargo que le va genial.
No sé qué diría Salander de este bocata, tal vez hasta consiguiera que levantara la vista del ordenador...

viernes, 25 de marzo de 2011

Quiche de sardinas.


Wholekitchen en su Propuesta Salada para el mes de marzo nos invita a preparar un clásico de la gastronomía francesa, la quiche. Se trata de un pastel salado, cocinado al horno, con una base de pasta y que puede rellenarse con mil ingredientes diferentes. Para que el pastel cuaje se utilizan los huevos batidos y leche o nata.
 Hace años me compré un libro solo con recetas de quiche, lo más interesantes no eran las posibilidades que ofrecía sino las diversas recetas que daba para la elaboración de las masas en función del relleno propuesto. La ventaja de estos pasteles es que se pueden hacer con anterioridad, comer fríos o calientes, como aperitivo o como plato y una solución fácil si te tienes que llevar la comida.



Lo que menos me gusta de este plato es el uso de nata, que me resulta muy pesada. Probé en alguna ocasión a prescindir de ella  aumentando el número de huevos, pero aunque cuaja, sube menos y resulta bastante fuerte, es casí como una tortilla encima de la masa. Esta vez utilicé leche Ideal que tiene una textura más ligera que la nata y un sabor también más suave.

Ingredientes para la masa:
- 250 gramos de harina.
- 20 gramos de levadura
- 1/8 leche tibia.
- 2 pellizco de azúcar.
- 50 gramos de mantequilla pomada
En un recipiente volcamos la mitad de la harina, la levadura desmenuzada, 4 cucharadas de leche y el azúcar. Trabajamos la masa desde el centro hasta lograr una masa uniforme. Cubrir con un paño y dejar reposar hata que aumente (unos 20 minutos).
Recuperamos la masa y le añadimos el resto de la harina, la mantequilla pomada, la leche restante y la sal. Trabajamos bien hasta lograr una masa elástica que no se pegue a los dedos. Cubrimos una vez más y dejamos reposar una hora. Tiene que doblar el volumen.



Para el relleno:
- una lata de sardinilla en aceite de oliva.
- cuatro cucharaditas de alcaparras.
- unas cuantas aceitunas negras sin hueso.
- queso feta en dados o desmenuzado.
- un puñado de hierbas aromáticas.
- 4 huevos.
- 1/2 lata de leche Ideal.




Extendemos la masa ayudándonos del rodillo sobre el molde y vamos presionando con la yema de los dedos para darle forma. Cortamos la masa restante con el mismo rodillo. Pinchamos el fondo varias veces con un tenedor. Colocamos las sardinillas, alcaparras, aceitunas y el queso feta demenuzados. Es importante que estén bien secos para no empapar la masa.




En un recipiente aparte batimos bien los huevos y les añadimos la leche Ideal, batimos una vez más y añadimos las hierbas. Vertemos el contenido en el molde.
El hormo lo precalentamos a 200º, cuando haya alcanzado la temperatura introducimos el molde, caldeo superior e inferior y bajamos a 180 grados. Cuando veamos que adquiere un color dorado retiramos (unos 40 minutos)
A mí me gusta en frío, me resulta más ligero. Este lo acompañé de una ensalada de canónigos.