miércoles, 5 de octubre de 2011

Carajitos del profesor.

En el rompecabezas no encajo unas piezas con otras. De la posada salto a la escuela. El primer día tenía preparado un discurso pero no me salió. Únicamente dije: ¿Quién sabe leer?" Y un niño menudito y rubiaco dijo: "Yo" "¿Y los demás?", insistí. "Los demás no saben", contestó él. "Si supieran no estarían aquí..." " ¿Dónde estarían?", pregunté estúpidamente. Y él sonrió lacónico y dijo: "trabajando" (...)
Eran unos treinta. Me miraban inexpresivos, callados. En primera fila estaban los pequeños, sentados en el suelo. Detrás, en bancos con pupitres, los medianos. Y al fondo, de pie, los mayores. Treinta niños entre seis y catorce años, indicaba la lista que había sobre la mesa. Escuela unitaria, mixta, así rezaba mi destino. Yo les sonreí. "Soy la nueva maestra".

Historia de una maestra, Josefina R. Aldecoa.



Estos carajitos son un regalo para una maestra que este año no empezó el curso. Su primera escuela debía ser parecida a la que describe Josefina Aldecoa en su novela. Después de más de treinta  y cinco años de servicio dedicada a la enseñanza, mi madre se jubila. En tiempos convulsos y tras un inicio de curso agitado, mi recuerdo más dulce a maestros y profesores, con la esperanza de que los que vienen detrás puedan disfrutar de una educación más cercana a la nuestra que a la que Josefina Aldecoa describe en sus páginas.

Los originales podemos encontrarlos en El café del profesor, en la localidad asturiana de Salas. Allí se pueden degustar desde 1918.

Ingredientes:
- 500 gr. de avellanas sin cáscara, entera y cruda.
- 500 gr. de azúcar.
- 4 claras.

Trituramos muy poco las avellanas, no se trata de conseguir harina sino de romperlas de forma irregular. Mezclamos  bien con el azúcar y las claras. Colocamos pequeños montículos de la masa sobre una bandeja de horno forrada con papel de hornear. Con el horno precalentado a 180º horneamos hasta que cojan color, unos 15-20 minutos. Dejamos enfríar sobre una rejilla con cuidado, porque calientes están blandos y se pueden romper. Yo recordaba los carajitos más altos y no con aspecto de pasta, así que cuando vi que en el horno los montoncitos se deshacían y aplastaban ya daba todo por perdido. Sin embargo, después de echar un vistazo por la red,  comprobé que ese era su aspecto y que mi memoria infantil me fallaba. De todos modos creo que la próxima vez probaré con azúcar moreno, que es más grueso, y una clara menos.



9 comentarios:

  1. Ay, ¡Cómo me gusta esta entrada! ...El extracto de "Historia de una Maestra", novela que llevo en el corazón desde que la leí por primera vez, hace ya muchos años. Los carajitos, que me vuelven loca y tienen un aspecto increíble (no seas tan perfeccionista). La referencia-homenaje a la jubilación de tu madre, a la que deseo disfrute mucho de esta nueva etapa. Y, por último, tus buenos deseos para la enseñanza, que comparto por completo... Besos

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  2. No sabía lo que eran carajitos y por los ingredientes que lleva intuyo que están bien ricos.

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  3. Me encantan los carajitos, y este libro, que me regaló mi abuela y leí muchas veces.
    Mucho ánimo a tu madre, se acostumbrará rápidamente a una vida más tranquila ;)

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  4. Que bonita entrada y no lo digo solo por los carajitos que de niña me compraba mi abuelo y aún recuerdo lo deliciosos que son! Besos

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  5. Felicidades por la entrada, más por el mensaje que por la receta en sí. Acabo dedescubrir los carajitos y pienso probarlos. Besos

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  6. ¡Que cosa más buena!
    Yo no conocía estos carajitos, cuando me de una vuelta por esa zona tendré que probarlos.
    Besos

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  7. Extraordinario relato y extraordinaria receta, como me gustan estas pastitas con un buen café por la tarde después de un duro día de trabajo, esto calma a cualquier fiera, besos

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  8. Nunca he probado ese dulce pero me imagino cómo estarán. He oído hablar de ellos, ahora sólo me falta probarlos, pues la receta es bien sencilla.
    Tu madre seguro que ahora disfrutará mucho de las horas del día.
    Saludos

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  9. ¡Qué delicia de texto y de receta! En la línea con el resto del blog, por lo que he podido ver en el corto paseo que acabo de hacer por él. Me encanta entrar en recetarios como el tuyo, llenos de productos típicos de la tierra que, si no fuera gracias a tus palabras, quizá no habría conocido nunca.

    Gracias por compartir y un abrazo grande (otro para tu madre, por las muchas horas dedicadas a enseñar)

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